La Constitución chilena afirma que para poder sufragar se necesita ser ciudadano, es decir, haber cumplido 18 años de edad y no haber sido condenada a pena aflictiva. Por otro lado, exige también inscribirse en los registros electorales, requerimiento que en la actualidad constituye un problema para la sociedad, ya que cada año son menos los chilenos y chilenas que realizan este procedimiento. Es así como el Servicio Electoral (Servel) afirma que entre los 18 y 24 años de edad durante el año 2000 eran 2.305.275 las personas inscritas, cifra que cambió a 1.213.521 en el 2008.
El mayor problema que se advierte sobre el tema electoral actual es la falta de interés por parte de la juventud en relación a los temas políticos propios del país. Como consecuencia se obtiene un electorado envejecido, y por tanto son los adultos quienes toman las decisiones. Es así como se produce un círculo vicioso, porque cada vez la política se aleja más de los jóvenes al estar, dominada por autoridades mayores con ideas antiguas y poco atractivas para la modernidad. Al mismo tiempo, los jóvenes se sienten menos representados y partícipes de este mundo político, lo que los hace mantenerse al margen de este tipo de decisiones.
La solución a este problema es instituir la inscripción automática con voto voluntario. En otras palabras, toda persona que cumpla 18 años de edad y no ha cometido pena aflictiva queda inmediatamente inscrita en los registros electorales, lo que le permite sufragar. Ahora bien, si la persona vota o no es voluntario, a fin de respetar la libertad de acción de cada individuo. De este modo, surge una alternativa para aquellos que consideran que la inscripción es un trámite difícil, o bien, para los que por descuido no alcanzaron a inscribirse en el plazo establecido para ello. Además, es importante mencionar la aceptación que han mostrado los mismos jóvenes ante esta posibilidad; la encuesta del INJUV afirma que un 79,6% de los jóvenes se muestra a favor del voto voluntario y solo el 14,8% está en desacuerdo.
A pesar de lo anterior, pueden encontrarse opiniones contrarias, las que afirman que el establecimiento de la inscripción automática en los registros electorales no necesariamente implica una mayor participación de los jóvenes en la política. De todas formas, esta ley, si bien permite que todos los ciudadanos tengan la posibilidad de votar, no determina como obligatorio el sufragio. Es así como podría ocurrir que personas actualmente inscritas se adhirieran a los no votantes, con lo que disminuiría el porcentaje de personas que no votan.
Posiblemente, en algunas elecciones podría suceder ese fenómeno; sin embargo, es un hecho que la participación de los jóvenes en la política aumentaría, ya que han sido ellos mismos quienes han solicitado la implementación de este sistema. Si se les asegura que sus opiniones son tomadas en cuenta e inciden en las acciones políticas, seguramente sea el primer paso para que paulatinamente vayan tomando confianza e interés por el tema.